viernes, 28 de julio de 2017

Sin reservas, el dólar al garete

El Banco Central tiene pocas reservas genuinas, utiliza la tasa de interés para controlar al dólar. Exportadores no venden, inversores preocupados se cubren. Tasas altas y recesión no es una buena combinación.

El Banco Central República Argentina declaró al 24 de julio pasado reservas por 47.869 millones. De dicho total todos sabemos que U$S 10.350 son prestadas por bancos chinos, y unos U$S 15.908 millones son de los bancos argentinos que realizan encajes en el Banco Central en dólares. El resultado parcial es reservas por U$S 21.611 millones. 

Aquí no termina el análisis, un total de U$S 772 millones están en caja para enfrentar pagos de intereses, por ende, quedan U$S 20.839 millones. 

Tomando este último valor, deberíamos separar las inversiones realizadas en oro que ascienden a U$S 2.400 millones, y nos queda liquidez por U$S 18.439 millones. 

En este escenario el Banco Central inyecta un alto grado de incertidumbre, ya que no interviene en el mercado cambiario, pero si lo hace en el mercado monetario fijando la tasa de interés. 

La tasa de interés de corto plazo se ubica en el 26,25% anual, y la tasa que paga a través de las Lebac se ubica en el 26,25% anual para los plazos más cortos, y 25% anual para le plazo de 265 días. Ofrece un alto atractivo para generar incentivos a vender dólares y que los inversores se pasen a pesos. 

En el mercado existen bonos en pesos, como por ejemplo el PR15, es un bono cuyo valor nominal es de $ 182,58 y en el mercado vale $ 161,35 lo que implica que cotiza a una paridad del 88,4%. 

Este bono paga una renta equivalente a tasa de plazo fijo por más de un millón de pesos que se calcula sobre valor nominal. Esto implica que pagaría aproximadamente unos $ 38 en los próximos 12 meses, este bono paga intereses trimestrales. 

El bono PR15 tiene una tasa de retorno del 29,2% anual, ya que no solo se cuenta la tasa que paga, también se suma la compra por debajo de la paridad. No resulta difícil encontrar una rentabilidad productiva que nos permita obtener un rendimiento del 29,2% anual libre de impuestos. 

Estas tasas que van del 25% al 29% anual, no hacen más que espantar a la inversión productiva. 

Un segundo tema bajo análisis es la falta de ventas del sector exportador. De la cosecha de soja quedan sin vender unos 28 millones de toneladas, y se estima un remanente de unos 5 millones de toneladas de la campaña pasada. Si a esto le sumamos que quedan sin vender 20 millones de toneladas de maíz, la oferta potencial de dólares ascendería a unos U$S 15.000 millones, si solo se liquidarían U$S 3.000 millones el mercado se calmaría. 

Sin embargo, los precios bajos de la soja a nivel internacional, y el error del gobierno de postergar la rebaja de retenciones para los años 2018 y 2019, hace que el campo postergue la decisión de venta, esperando mejor precio de la soja, mejor tipo de cambio y menos retenciones. 

Aquí comienza un problemita con el impuesto a las ganancias, el que tenga soja y no venda tendrá una ganancia por tenencia, deberá pagar impuestos, con lo cual el campo no podrá retener indefinidamente, a pesar que la baja de retenciones del 12% en dos años es un atractivo importante. Lo que tendrían que pagar por ganancias es cuantioso, y lo mejor es vender, comprar insumos y sembrar más para capturar mayor rentabilidad a futuro. 

De lo aquí vertido resulta, que en algún momento del año 2017 esta oferta de dólares aparecerá en el mercado, y seguramente impactará en la cotización del dólar. 

No podemos descartar que en las últimas semanas algunos inversores se hayan retirado de la argentina, ante la aparición de una circular de la AFIP, que luego se retiró del mercado, que indicaba que le cobraría un impuesto especial a los inversores extranjeros que invertían en el área financiera en el país. 

En resumen

Estamos con un gobierno que tiene escasas reservas y las pretende cuidar. Tiene la torpeza de enfadar a inversores extranjeros amenazando el cobro de impuestos a la especulación financiera. El campo demora la liquidación de la cosecha por malos precios internacionales. Hay inversores que compran dólares ante un escenario económico recesivo, lo que hace acrecentar la recesión. 

En este contexto, el Estado en lugar de generar confianza, y tender un puente de dólares hasta la liquidación de la cosecha, o ante un mejor clima económico, prefiere refugiarse en los dólares, a la espera de que el escenario este más claro.  

Si el Banco Central no vende, porque vendería el inversor minorista. Así estamos en el circulo vicioso de la especulación y recesión. Nosotros seguimos apostando al peso, en algún momento, si el Banco Central mantiene estas tasas, alguien tiene que ceder, vende dólares el Estado o los privados, de lo contrario la actividad no arranca. 

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