jueves, 26 de octubre de 2017

Vuelve el dúo Pedro y Pablo, pioneros del rock nacional: "Cuando arrancamos, los policías venían a vernos tocar"

De cara a su presentación del 3 de noviembre en el CCK, el mítico dúo habló con Teleshow de su regreso, el nuevo disco en estudio, sus comienzos y cómo vivieron su relación a distancia, entre otras cosas

La historia del rock nacional ya les tiene reservado un lugar de privilegio. Sin embargo, lejos de conformarse con los laureles obtenidos sobre todo a principios de los años ´70 y '80 -con el paréntesis obligado impuesto por la dictadura militar y el exilio de uno de ellos a España- el dúo Pedro y Pablo (Miguel Cantilo (67) y Jorge Durietz (67)) quiere seguir dejando huella en este movimiento que se empezó a gestar allá por los años ´60 y del que ellos, claramente, son parte importante.


Por eso, bastó que Miguel lo llamara a Jorge para que Unidos por el cantar, el primer disco juntos después de 30 años sin grabar en estudio, empezara a tomar forma. "El puntapié inicial me lo dio Miguel, no en el cu… (risas), fue un puntapié moral, me tiró el centro y me dijo "meté el gol"", arranca Durietz.


"En un momento me encontré con un material que era más propio de Pedro y Pabloque de mi actividad solista, porque tenía elementos latinos. Yo venía de hacer un viaje por Sudamérica, había estado en Colombia, en Brasil y se me pegaron ritmos y melodías que me recordaron mucho el último trabajo que habíamos hecho con Jorge en estudio, que se llamaba "Corazón sudamericano". Entonces lo llamé a Jorge y le propuse hacer un disco, volver al estudio después de tantos años", completa Cantilo.

Miguel me dijo "pensalo", con mucha prudencia, y yo le dije "listo", ni lo pensé, no hacía falta pensarlo, así que volví a la dinámica de escuchar los temas, buscar armonías vocales y le presenté a él los arreglos", agrega Jorge.

"El resultado nos convence bastante, porque está logrado el efecto de un álbum que tiene una inserción dentro de la geografía étnica de la música autóctona de la región,de la "Patria Grande", se entusiasma Cantilo con respecto al material discográfico, que presentarán el próximo 3 de noviembre a las 20 hs en el CCK y el 17 a las 21 en el CCP de Argüello de Córdoba Capital.
"Seguimos con la misma mecánica natural que se dio desde que nos conocimos, de trabajar muy intuitivamente en cuanto a los arreglos y la base de las dos guitarras más las dos voces como pilar", aporta su coequiper, para quien entrar al estudio implica un hecho como sagrado, un ritual, porque lo que hacés ahí se inmortaliza, es como que vas a gestar algo, un acto importante, entonces tiene una sensación de templo musical".
A la química entre ellos se le suma el agregado de los avances tecnológicos respecto de sus comienzos, que sirven como disparador para recordar con humor esos años donde un grabador doble cassetera era un elemento de lujo.
"Con el Philips yo tendría diez años, después vino el Grundig que ya nos permitía hacer un pase", rememora Durietz. "Se usaba una cinta que tenía como diez centímetros de alto, dos canales, y para editar había que agarrar la Gillette, cortar la cinta y pegarla, que la misma máquina venía con un apartatito, una guía", agregó al respecto.
"Lo que se añora es algo que vino un poquito después, que fue la tecnología analógica de grabar en 16, 24 canales, en cinta, pero es una cosa muy cara, que ya no se justifica, porque las cintas son carísimas y el proceso es también muy caro, entonces se digitalizó todo por una cuestión de costos", interviene Cantilo, para luego abrir el capítulo de las anécdotas.
"El patrullero de la comisaría de la zona venía a tomar mate con nosotros. Una noche llegamos, entramos por la ventana después de un show, porque no había llave, y pasa el patrullero pensando que éramos ladrones. Todos contra la pared, no sé cómo fue la explicación, y al final, al descubrir que éramos músicos, terminaron largándonos. Después, venían a ver los ensayos", recordó Durietz.

"Había un subcomisario que decía que él había querido ser cantante, pero no había podido, entonces venía y le gustaba la sala, los intrumentos, y creamos una buena relación con la policía de la zona. Esto en el año ´71, ´72. Y eso que teníamos de vecino a un policía de carrera que no nos quería nada, pero a pesar de eso la comisaría de la zona nos venían a visitar…Además, caían de repente, donde podían encontrar cualquier cosa (risas), porque además de músicos había artesanos, una especie de comunidad, teníamos un aspecto nada digerible para la comisaría", agregó su compañero sobre ese vínculo especial que se generó con los agentes del orden.
"Incluso una vez que vino el patrullero, y llegaba el vecino éste, que se puso contento porque pensó que la policía había venido a reprimirnos, a terminar con tanta locura, y era todo lo contrario", concluyó Miguel entre risas, para luego ponerse más serio.
"Esto, con el paso de los años, se fue complicando. En el ´71, ´72 todavía había un grado de libertad. Ya en el ´74, ´75, empezó a morir gente importante, como el Padre Mujica, y se empezó a poner fea la cosa. Además a nosotros nos censuraban, nos venían censurando desde el ´73 sistemáticamente en los álbumes que sacábamos, entonces no teníamos espacio para trabajar, no había difusión", analizó sobre lo que fue la antesala del golpe militar del `76.
"Había salido Sui Géneris que era mucho más popular, y que ocupó nuestro lugar y nos desplazó, porque era un dúo que no tenía problemas con la censura y que era aceptado por los estudiantes, por la gente joven. Entonces yo por falta de trabajo salí a trabajar fuera del país, Jorge se quedó y Pedro y Pablo suspendió su actividad por cuatro, cinco años", continuó relatando Cantilo.
"Yo no llegué a ser perseguido, tal vez si me hubiera quedado hubiera tenido problemas. Ya a mediados del '75 se respiraba un clima muy violento, muy molesto. Yo recuerdo haber visto tiroteos en la calle y cosas así en las que uno no se veía involucrado porque no estabas en ningún lado, pero veías gente que se escondía y ya era medio Far West", cerró al respecto, para luego referirse a cómo fue su relación a distancia y sin las facilidades que otorga actualmente la tecnología para las comunicaciones.
"Yo todavía conservo un par de cartas de papel. Cuando puse el lavadero me invitaba a que fuera allá, venite para acá, en Ibiza, y yo le ponía que había sacado dos créditos para comprar una máquina lavadora. Un año se me había ocurrido poner un lavadero con Fena Della Maggiora", recordó Durietz.
"Pusimos el lavadero. Una financiera nos dio tres créditos que teníamos que garpar y él me mandaba la carta que me fuera allá y yo ya me había anotado en un crédito. En realidad esto fue en el ´78 el lavadero, ´79, ya había pasado la época más dura. Lo más duro yo lo pasé en la clandestinidad musical, porque tocaba en lugares muy chiquitos, por eso con un amigo hacía artesanías, con mi mujer de ese momento hacíamos túnicas con batik que vendíamos en Plaza Francia, esas cosas. Y tocaba por placer y en lugares culturales, chiquitos, y cuando volvió él retomamos", agregó sobre cómo sobrevivió a la etapa más cruenta de la historia argentina.
"Yo no creo que nosotros hayamos entrado en la categoría que entraron SpinettaCharlyPappo y otros que son íconos, pero sí yo soy muy consciente de haber participado del principio de un movimiento que se inició con Los Gatos, que fuera del país se considera como uno de los rocks más desarrollados del mundo. Así que creo que nos honra haber participado del principio de eso", reflexionó con humildad Cantilo a modo de cierre, a la hora de juzgar su lugar en la historia grande del rock nacional.



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