viernes, 29 de septiembre de 2017

Una crisis con plata

 29/09/2017  Salvador Di Stefano

La Argentina vive un escenario de crisis con dinero. Muchos actores económicos tienen acopiado dólares o mercadería, pero se muestran remisos a invertirlos con esta presión tributaria y un tipo de cambio muy bajo. Prefieren guardar y viajar, a invertir y producir. 

El gobierno vive mostrando indicadores económicos que muestran una marcada recuperación económica, sin embargo, se soslayan los datos de financiamiento externo, que muestran un crecimiento que sería difícil de sostener en el tiempo. 

Si tomamos una serie de indicadores económicos, observamos que el blanqueo fue mucho más elevado de lo que esperábamos y alcanzo los U$S 116.800 millones. El campo retiene mercadería retenida por un equivalente a U$S 18.000 millones. Desde que asumió Mauricio Macri a la fecha los ahorristas compraron unos U$S 23.500 millones que seguramente están bien guardados. En viajes al exterior desde diciembre de 2015 a la fecha se gastaron U$S 12.800 millones, y efectivamente viajaron 4 millones de argentinos en el último año. Por si todo esto fuera poco, las reservas del Banco Central superan los U$S 50.000 millones, las ventas de auto y motos se ubican en niveles record, y los créditos hipotecarios alcanzan un stock de U$S 5.500 millones dinamizando las ventas de propiedades.

El raconto de estos dólares nos indica que argentina no está en crisis, y si lo estuviera sería una crisis con plata. Lo que sucede es que quienes tienen todo este dinero guardado, no lo están invirtiendo a la espera de un escenario económico con un tipo de cambio más alto, menos impuestos y equilibrio fiscal. 

Del otro lado del mostrador, el gobierno les responde a los inversores que, de no mediar una mayor inversión económica, deberá seguir financiando el tipo de cambio bajo y el déficit fiscal con impuestos elevados y endeudamiento creciente. 

En esta puja entre el sector privado y público, los más perjudicados son el resto de los actores que depende de cómo se resuelva este conflicto para ver cómo se posicionan en el mercado. 

Hasta el momento el agente económico se muestra remiso a invertir, y el Estado debe financiar el déficit público con endeudamiento, en el primer semestre del año se tomó deuda por un total de U$S 42.000 millones, parte para renovar vencimientos, y otra parte para cubrir el déficit fiscal. 

El déficit fiscal de argentina rondaría los U$S 40.000 millones, sumando lo que pagamos de intereses y la diferencia entre ingresos y egresos del Estado. Si todos los años hay que salir a capturar deuda para financiar dicho déficit, y no se logra una reducción del mismo, los problemas estarán a la vuelta de la esquina. 

La balanza de pagos del gobierno que está compuesta por un lado por la cuenta corriente, nos muestra que se van de Argentina en concepto de remesas de dólares al exterior, déficit de balanza comercial y servicios un total de U$S 20.000 millones en los últimos 12 meses. El financiamiento de estos dólares proviene de la cuenta financiera, que registra el total de deuda que se toma en los mercados, más las inversiones que se realizan en el país. Ambas cuentas ajustan a través de la cuenta reservas del Banco Central. 

Las reservas del Banco Central crecen producto de que el Estado toma deuda para financiar su déficit y la canjea por pesos en el ente rector. No hay crecimiento genuino de reservas, es como un oasis en el desierto, si se corta el financiamiento las reservas se caen o el tipo de cambio flotante ajusta a la suba.
 

El Banco Central recibe del tesoro nacional los dólares que toma del exterior y los canjea por pesos, los pesos excedentes salen a retirarlos vía colocación de letras denominadas lebac, a plazos que van de 30 a 270 días, que ya suman un total de $ 950.000 millones, o el equivalente a unos U$S 52.000 millones. 

Estamos sentados sobre un volcán de vencimientos de deuda en pesos, y una alta dependencia de deuda externa, y si hay un imprevisto en los mercados mundiales, corre peligro el financiamiento del déficit público. 

Mientras los mercados mundiales no nos devuelvan preocupación, la volatilidad del tipo de cambio será baja, la tasa de devaluación será menor a la tasa de inflación, la tasa de inflación será menor a la tasa de interés, y la bicicleta financiera les permitirá a los especuladores realizar buenas diferencias. Si la bicicleta esta aceitada, y desde el exterior no llegan malas noticias, es muy probable que el riesgo país siga bajando y suban las acciones. 

Si algún palo se antepone en la rueda de la bicicleta y los rayos se rompen, es muy probable que el andamiaje de la felicidad permanente se desacomode, el tipo de cambio recupere volatilidad, los bonos y acciones realicen una gran toma de ganancias. 

Con un año 2018 en donde hay elecciones en Brasil y México, hay que nombrar a un nuevo presidente en la Reserva Federal de Estados Unidos, no están descartados conflictos bélicos, y una suba en la tasa de interés internacional, nos parece que a futuro la volatilidad del tipo de cambio esta asegurada, si bien hay un alto stock de dólares guardados, la persistencia a no vender en algún momento hará que el tipo de cambio salte a la suba.

Por las dudas revise sus inversiones, tener un 30% en dólares y 70% en pesos no está mal. Tener un 30% en propiedades y un 70% en activos financieros sería adecuado. Del total de activos que usted posee, incluyendo los bienes personales, la dotación de liquidez deberá ser como piso el 10% del total de sus activos, aunque esto varía según tipo de actividad y escenario de su actividad principal. 

Tome recaudos, nadie se fundió por tomar ganancias (el índice merval a más de 25.000 puntos marea), proteja una parte de sus inversiones en dólares.

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